diumenge, 11 de maig del 2014

Ana Frank “revive” en Ámsterdam 
 “Anne”, la nueva obra de teatro basada en su famoso “Diario”, recrea su malogrado sueño literario.














Isabel Ferrer La Haya 9 MAY 2014 - 14:02 CET

Recién liberada del campo de concentración de Bergen-Belsen, Ana Frank, autora del famoso Diario, se reune en París con un editor. Su mayor ilusion era ser escritora y está a punto de conseguirlo tras sobrevivir al Holocausto. Antes de firmar el deseado contrato, la joven recuerda su historia en una vuelta al pasado que compone Anne, la nueva pieza teatral estrenada la noche del jueves en Ámsterdam en presencia del rey Guillermo. Firmada por Leon de Winter y Jessica Durlacher, hijos de supervivientes del nazismo, se permite la licencia poética de burlar por un momento a la muerte para acercar a las nuevas generaciones “el mensaje de paz y libertad de la joven”, que muere, por supuesto, al final. En origen, el Diario de Ana Frank era un conjunto de tres libretas escritas desde su 13 cumpleaños en 1942 hasta que fue descubierta, junto con sus padres y hermana -además de otros cuatro amigos- por los nazis. Sacados todos de su escondite en Ámsterdam en 1944, de los campos de exterminio solo regresó el padre, Otto. Él compiló las notas rescatadas por Miep Gies, una antigua empleada, y permitió su publicación en 1947. Antes de dar su consentimiento, suprimió los pasajes críticos con la madre de Ana y las páginas donde la hija cuenta su despertar al amor y la sexualidad. En 1986, el Instituto holandés para la Documentación de la Guerra publicó una edición crítica que recuperaba los pensamientos censurados. En 1995, Mirjam Presler presentó su edición definitiva. En 1998 aparecieron cinco páginas inéditas que fueron estudiadas a fondo. La obra de teatro ha aprovechado todas estas versiones para formar unos diálogos que plasman la asfixia vital de una cría encerrada con siete adultos por culpa de la guerra, “pero capaz de legar un mensaje humanista universal”, en palabras de Buddy Elias, su primo hermano, de 88 años, y único pariente vivo. Los avances en la escenografía teatral han hecho el resto gracias a una nueva sala, Theater Amsterdam, erigida especialmente para la obra. Así, la trágica historia es contada desde una casa giratoria que hace las veces de domicilio de los Frank en Ámsterdam, cuando eran libres, y también de escondite. El decorado es apabullante y permite cortar el edificio en porciones para mostrar las oficinas donde Otto Frank tenía su empresa, así como las habitaciones del anexo secreto que les ocultó sin éxito del ocupante nazi. Las luces, la proyección de pasajes del diario, y de imágenes reales, en grandes pantallas y el gusto por el detalle del conjunto, permite a los 22 actores moverse con soltura por el escenario. Sobre todo a la protagonista, Rosa da Silva,de 27 años, holandesa de origen portugués. El alarde teconológico es tal, que las primeras críticas de los expertos apuntan a un estilo “casi cinematográfico que difumina en cierto modo el aspecto opresivo de la situación”, según el rotativo Het Parool. Para sus colegas de NRC Handelsblad, es “una pieza tan imponente como unidimensional”, De Volkskrant, por su parte, destaca una “dirección de actores impecable para una obra muy bella”. De Telegraaf se queda con”el equilibrio justo entre tragedia y momentos de respiro”. Robin de Levita, el productor holandés (ganador, entre otros, de sendos premios Tony de teatro por el musical Titanic y por 42nd Street), tenía muy claro su objetivo: “Acercar el diario a los jóvenes con respeto”. Ahora espera que el público responda, porque esta nueva sala, solo programará Anne de forma permanente. El Fondo de Ana Frank (Basilea), del que el primo Elias es presidente, permitió escribir la nueva pieza, y Ámsterdam espera atraer un público internacional como el que acude a la Casa de Ana Frank, en la propia capital. Para que puedan seguir la representación del original en holandés desde el patio de butacas, se ofrece traducción simultánea con auriculares. Está previsto que Anne pueda oírse en inglés, francés, alemán, español, ruso, chino o japonés, una lista que se irá ampliando. No podía ser de otro modo para un Diario que ha sido traducido a setenta idiomas.

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