dijous, 1 d’abril del 2010


TRADICIÓN Y VANGUARDIA EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ


La obra de Miguel evoluciona a lo largo del tiempo: de una sencillez inicial, de un verso simple que respira bucolismo, o romanticismo sentimentaloide, pasa a un barroquismo complejo, a una trabajada y conceptuosa recreación de la realidad, con metáforas que poseen elementos personales innegables. Góngora y los clásicos están detrás de esta poesía “encorsetada” en octavas reales y profundamente imaginativa. (“Perito en lunas”). M.H. está dentro de la llamada “poética purista” de los años veinte. Influencias de Valery y Jorge Guillén. Un vanguardismo algo caduco ya, que convierte sus composiciones en acertijos poéticos.

  • Más tarde, su poesía, tras nuevas lecturas y nuevas amistades, se va haciendo más fluida y humana, agilizando las “armaduras”: versos jugosos, ricos en imágenes y en expresividad, sacudidos por una intuición trágica… (“El rayo que no cesa”). Influencias de Aleixandre y Neruda. Temática amorosa, a modo de cancionero, dentro de la tradición petrarquista. Imágenes y simbolismo al servicio de sus experiencias amorosas. Melancólicos paisajes de la lírica de Garcilaso.
  • Entre 1935 y 1936 se relaciona con el surrealismo.
  • En estos años sus poemas empiezan a tener conciencia social: es el poeta de la guerra civil. Con su verso y con su “sangre” va plasmando la tremenda experiencia de la guerra. (“Pueblo de mi misma leche”, dice el poeta). Superación de la etapa retórica. Poesía combativa y exaltada, de condenación del burgués. Defensor del pueblo, del oprimido, de los campesinos… (“Viento del pueblo”). Muchos de estos poemas se escribieron pensando en la recitación pública. Poesía social. El contenido se esparce en cuatro direcciones: la elegía, la exaltación heroica, el sarcasmo combativo y lo social.
  • La derrota del ejército republicano supone para M.H. una tremenda decepción y una tristeza que vuelve a quedar reflejada en sus poemas. El odio, la muerte sin sentido, las cárceles… Desencanto y dolor. Empieza a buscar un intimismo (“El hombre acecha”) que culminará en el “Romancero y cancionero de ausencias”, concebido como un auténtico diario íntimo. Poesía de la experiencia. La verdadera preocupación humana: la vida, el amor, la muerte.
  • Al final, su poesía tiende hacia una síntesis conceptual, emocional y lingüística. Fácil de comprender y profundamente humana. Como dice Carlos Bousoño, sus poemas últimos tienden hacia dentro, son individualistas y sinceros. Y como hombre del pueblo, de clarísima extracción popular, surgen en él las canciones tradicionales, las de siempre, como expresión de lo más hondamente sentido.

En resumen: M.H. empieza escribiendo una poesía de imitación de la poesía culta barroca; y termina su obra poética utilizando las formas más próximas a las que había tenido en su infancia de pueblo sencillo: la poesía tradicional


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