La censura sigue acosando a Buñuel
Un usuario de YouTube ve un video, le parece horrible y cuelga un comentario en este sentido. Los administradores del sitio, alertados al parecer por la reacción, toman cartas en el asunto y envían un mensaje a quien ha colgado las imágenes para decirle que dicho material ha sido desactivado porque infringe las normas.
“YouTube –dice el mensaje– no es un sitio para mostrar desnudos, pornografía u otro tipo de contenido cuya finalidad sea la provocación sexual. YouTube establece excepciones limitadas en lo que respecta a contenido científico, artístico, documental y educativo adecuado, pero únicamente en los casos en los que está clara la intención del vídeo publicado y en los que la naturaleza del desnudo no sea sexual en modo alguno”.
El mensaje concluye con una advertencia. Si el presunto infractor persiste en su incitación al desenfreno sexual, YouTube desactivará temporalmente su cuenta o la cancelará de forma permanente.
Resulta que el material pornográfico es Un chien andalou, la primera película de Luis Buñuel, con guión del mismo director y de Salvador Dalí, realizada en 1929. Y el perpetrador de tamaña trasgresión en el sitio web, es Jaume Radigales, doctor en Historia del Arte y profesor titular de la Universitat Ramon Llull donde imparte clases de Estética, Cine de vanguardia y Música y Audiovisual.
“No sé si considerarlo anecdótico o directamente insultante”, dice el profesor que acaba manifestando su indignación. Para sus clases de Estética, Radigales cuelga en YouTube distintos videos, cuyos hipervínculos proyecta en clase. “Se trata de material pedagógico que el estudiante tiene a su disposición por si quiere volver a visionar lo que se comenta en el aula”, explica el profesor.
Las suma de ignorancia y poder es casi siempre letal. Aquí la ignorancia del denunciante y la de los administradores del sitio, sumada al poder de decidir qué es apropiado y qué no lo es, da como resultado una moderna versión de algo tan viejo como es la censura. Buñuel había tenido que acostumbrarse a vivir con esta señora abyecta que prohibía sus películas durante el franquismo en nombre de una presunta integridad moral.
Ahora, desde internet, donde junto a lo mejor de nuestras culturas también circulan la basura, la estupidez máxima y la desinformación, hay quien insiste en seguir velando por nuestra rectitud. Por favor, basta ya de guardianes de la moral ajena.
Afortunadamente, como internet es una red, por su tejido de malla se cuela lo que los censores pretenden prohibir. En el mismo YouTube, como indica el profesor Radigales, hay alternativas a su cuenta para ver Un chien andalou.
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