Madrid, 22 marzo 1932
Querido Sijé:
He quedado tristemente impresionado desde cuando recibí y leí tu carta: Dices que ahí no tienes más recursos. Pero tú debes intentarlo y porque tenga remedio. Madrid es cruel. Aunque con tu audacia y tu sapiencia dudo que para ti lo fuese, sabiendo que tenía a madre (tal vez más) cuando te escribí esto. Acabo de llegar a casa perdido, con los pies destrozados. Desde las dos de la tarde andando con estos zapatos, los únicos, y rotos y llenos de agujeros... a la estación de Atocha a recoger dos cajas de naranjas que me han mandado mi madre y mi hermana para la señora Albornoz; con ellas al hombro me he encaminado hasta este sitio (si hubiese tenido al menos quince céntimos hubiese evitado la distancia desde la estación a la casa; la hubiese salvado en un tranvía..., pero no tenía ni esa miseria). (Alda me dice que le diga el nombre del presidente de la Diputación para escribir a su padre.) Luego me he encaminado a la de Pescador para pedirle dinero. Ya me ha dejado bastante. Como no estaba, he tenido que volver andando a casa, que dista de la suya más de diez kilómetros. Estoy casi desesperado porque no he podido recoger nada. El pelo me llega casi a la nuca. Le pedí a mi padre y me ha escrito que no me puede mandar nada. Mi madre estoy cierto que tampoco. Me dio para venirme dos duros, lo que tenía... Tengo sólo una corbata y, ¿sabes cómo le quito las arrugas?, metiéndola de noche cuando voy a dormir entre las hojas del diccionario que es el libro de más peso que tengo. Habla con Escudero Bernícola ahí: dile que escriba también a Alicante; a todo el que pueda hacer algo. Escribe y dime cómo se llama -si no lo sabes haz por averiguarlo- el Presidente de la Diputación y si has mandado el pliego, que no lo dices en tu carta cierto. Mira que dice Albornoz que él tiene poca influencia, en Alicante. Moléstate, amigo, y escribe en seguida. Y si no sacas de donde sea algún dinero voy a tener que oír la voz destemplada de Morante.
Mañana jueves nos trasladamos.
Cuando escribas, hazlo a: Cardenal Belluga, 2 (Hotel). Lleva en seguida a mi casa eso, pues el sello que me mandaron para que contestara es el que he puesto a la carta y no he podido comprar otro.
Abrazos hondos.
Miguel.
Publicado en Miguel Hernández, Epistolario, Madrid, Alianza, 1986.
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