El poeta que escogió ser psicólogo porque -en esto lleva mucha razón, sobre todo ahora- es imposible vivir de la poesía, desde hace algunos años no habla, pues sufrió una hemiplejia y tiene la parte derecha de su cuerpo inmovilizada. Pero no por eso ha dejado de escribir. La tecnología digital le ha facilitado este nuevo estado de su ser.
Trasntrömer, quien como psicólogo trabajó durante años en la prisión de Roxtuna, en Linköping, rehabilitando jóvenes delincuentes, se rehabilita a sí mismo tocando piano con la mano izquierda, mientras nunca ha dejado de ser un rehabilitador de almas con la poesía, que le ha valido ser considerado "poeta de poetas" y finalmente obtener el Nobel, tras muchos años en las quinielas. El propio premio Nobel irlandés Samus Heamey ha reconocido la influencia en su obra de la poesía de Trasntrömer.
"Soñé que llegaba tarde el primer día de clases./ Todos en el salón llevaban máscaras blancas/ sobre el rostro./ Imposible decir quién era el maestro", dice al final de "Góndola fúnebre No. 2" inspirada en una obra de Liszt. Ese acercamiento a lo cotidiano con una ironía muy sutil, a veces casi imperceptible; ese modo de exaltar la nimiedad, de poner sobre relieve lo que otros no perciben, proponiendo una nueva mirada a la realidad.
Justicia con el género
La Academia sueca reconoce nuevamente el género lírico, después de 15 años sin premiar un poeta. La última fue la polaca Wyslawa Szymborska.
Nacido hace 80 años, Tomas Tranströmer publicó su primer libro "17 poemas" en 1954. Luego publicó Secretos en el camino, 1958; El cielo a medio hacer, 1962; Sonidos y pistas, 1966; iniciando así un camino que parece haber cerrado en el 2004 con El gran acertijo, un poemario escrito con la ayuda de su esposa Mónica, quien le ha ayudado en sus últimos tres libros, tras sufrir la apoplejía en 1990.
Traducido a más de 60 lenguas, entre ellas el español, Tranströmer devuelve la fe en la importancia de la palabra lírica escrita.
DOS POEMAS
APUNTES DE FUEGO
Durante los meses tristes, centelleó mi vida sólo cuando hice el amor contigo./ Como la luciérnaga se enciende y se apaga, se enciende y se apaga- a medias puede uno seguir su camino en la noche oscura del olivar./
Durante los meses tristes, estaba el alma desesperada y sin vida / pero el cuerpo caminó directo hacia ti. / El cielo de la noche rugió./ Sigilosamente ordeñábamos cosmos y sobrevivimos./
MADRIGAL
Heredé un bosque sombrío donde rara vez voy. Mas llegará un día en que los muertos y los vivos cambien de lugar. Entonces, el bosque se pondrá en movimiento. No estamos sin esperanzas. Los crímenes más difíciles continúan sin aclarar a pesar de los esfuerzos de muchos policías. Del mismo modo, hay en nuestra vida un gran amor sin aclarar. Heredé un bosque sombrío pero hoy yo camino en otro bosque, el luminoso. ¡Todas las criaturas que cantan, serpentean, mueven la cola y se arrastran! Es primavera y el aire es muy fuerte. Tengo un diploma de la universidad del olvido y estoy tan vacío como la camisa que se seca en el cordel.