dijous, 28 de novembre del 2013

ESPRIU

Presentació realitzada per: Sara Díaz, Gema Estudillo i Gemma López:


dilluns, 25 de novembre del 2013

PREMIO CERVANTES 2013

Elena Poniatowska, premio Cervantes

A sus 81 años, la autora de 'La noche de Tlatelolco' es la cuarta mujer en recibir el máximo galardón de las letras en español

FOTOGALERÍA
La escritora mexicana Elena Poniatowska en una imagen de 2011. / GIANLUCA BATTISTA

El barrio de Chimalistac, al sur de la Ciudad de México, es un oasis de silencio en una frenética y muy ruidosa metrópolis de acero. Al final de un camino empedrado, a un lado de una pequeña capilla colonial, está la casa de Elena Poniatowska (París, 1932), una mujer menuda, rubia, de nariz pequeña, sonrisa fácil, hija de un príncipe polaco pero "más mexicana que el mole”.
Elena Poniatowska ganó este martes el Premio Cervantes, el quinto para un mexicano y el primero para una mexicana. Es la cuarta escritora galardonada en 37 años. Antes lo habían ganado las españolas María Zambrano (1988) y Ana María Matute (2010) y la cubana Dulce María Loynaz (1992).
Ensayista y escritora, comenzó a trabajar en el periódico Excélsior en 1954. "A mí lo que me gusta es contar cosas", recordaba hace unas semanas. Se convirtió en una entrevistadora curiosa y certera. Entrevistó a Diego Rivera, a Rulfo, a Paz. Recuerda con especial cariño a Luis Buñuel. “Era muy amable, me llamaba la niña de la leña porque cuando iba a su casa compraba unos troncos porque en su salón hacía mucho frío”. Una generación de periodistas mexicanas creció inspirada por Elena Poniatowska. Por la mujer y la periodista.
Su libro más célebre, La noche de Tlatelolco, es un crudo testimonio de la represión contra estudiantes el 2 de octubre de 1968, una fecha grabada con sangre en la historia mexicana. “Debería conmemorarse oficialmente, una fecha de luto nacional”, repite.
Poniatowska recuerda que, cuando se enteró de la represión, decidió salir a la calle. Hacía solo unas semanas de que había parido. “Tenía que verlo con mis ojos”. Halló un panorama desolador. “Sangre seca, soldados en la calle, zapatos regados en toda la plaza”. Ahí nació La noche de Tlatelolco. El recuerdo aún la emociona. Años más tarde, el exlíder estudiantil Luis González de Alba, entrevistado pata la obra, le exigió cambiar algunos párrafos por considerar que sus palabras habían sido tergiversadas. En la polémica otros veteranos de la época salieron en defensa de Poniatowska, pero tras un pleito legal, un juez falló que los cambios se efectuaran y así lo hizo la autora.
Testigo de primera fila de la historia mexicana reciente, el momento que más le ha conmovido fue la movilización ciudadana tras el terremoto de 1985, “uno de los pocos instantes en que México fue capaz de mirarse a sí mismo y, sobre todo, de sobreponerse a la tragedia”. De los escombros salió un sentimiento ciudadano inédito, solidario y que puso en pie a la capital del país, diezmada por un seísmo que se cobró miles de muertos. De la experiencia ella escribió Nada, nadie: las voces del temblor. Pero opina que el mejor libro lo escribió su amigo Carlos Monsiváis. “Un libro fantástico, No sin nosotros”. Lo dice y suspira. “A él lo extraño mucho, mucho”. Monsiváis murió en junio de 2010.
Es una mujer comprometida con lo que cree. Se indigna. Por un país donde el 50% vive en la pobreza. Donde se cometen injusticias contra las mujeres un día sí y otro también. Donde el neoliberalismo ha devorado a las pequeñas ciudades y al campo. “En México ya no nos tomamos el tiempo de vivir, de platicar”. Y guarda un deseo. “Me gustaría ver a un presidente mexicano de izquierdas”.
A la par que su carrera literaria, está su activismo político. Primero con Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, durante la mayor movilización opositora que se atrevió a desafiar al entonces todopoderoso PRI. Y más tarde con Andrés Manuel López Obrador, dos veces candidato presidencial en 2006 y 2012. Sobre el sofá de su casa guarda un cojín con la imagen del también exalcalde de la Ciudad de México bordada en punto de cruz. Hace apenas dos semanas que lo acompañó en un mitin contra la reforma energética propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto.
No le gusta que le llamen Elenita. Cree que “infantiliza”. ¿Es machista? “Quizá un poco”. Relata que a Frida Kahlo, la mítica pintora mexicana, le llamaban “la coja”: “Ahora todos hablan maravillas, pero entonces se referían a ella así. El machismo tiene mucha crueldad”.
Justo una de las mujeres de Diego Rivera protagoniza un libro suyo pequeñito pero entrañable: Querido Diego, te abraza Quiela. La obra, escrita a manera epistolar, relata la desgraciada historia de amor entre la pintora Angelina Beloff y el muralista mexicano, que fueron pareja cuando él vivió en París. Cuando Beloff viaja a México para encontrarse con su amado, se topa con que éste tiene una nueva mujer: Lupe Marín, la que sería la madre de sus dos hijas más pequeñas.
Las mujeres —las creativas, las valientes, las que van contra corriente— son una constante en su obra. Es una meticulosa retratista del feminismo femenino. En apariencia delicado, pero con firmeza militar. Como el de la pintora Leonora Carrington (Leonora), o el de la fotógrafa Tina Modotti (Tinísima). O el de una mujer que de tan bella acaba explicando al juez por qué tiene cinco maridos (De noche vienes, Esmeralda), o el de una valiente soldadera —las mujeres que iban al frente durante la Revolución Mexicana— que termina trabajando como lavandera en la capital del país (Hasta no verte, Jesús mío).
A las —muy frecuentes— tertulias en su casa asisten también un perro negro y dos gatos que no dudan en sentarse en el regazo del invitado: Monsi y Váis, en honor de su fallecido amigo. Pasa tardes charlando, tomando té, rodeada de libros. Es difícil mantener su curiosidad a raya. En cualquier descuido el entrevistador acaba entrevistado. ¿Sabe que ha sido una inspiración para una generación de mujeres mexicanas periodistas? “No, fíjate. Qué bueno. Que haya más mujeres que quieran contar cosas. Nos falta muchísimo por contar”.

dijous, 21 de novembre del 2013

MERCÈ RODOREDA

Treball realitzat per Mar Cano, Paula Navarro i Andrés Prieto:

dilluns, 18 de novembre del 2013

DORIS LESSING, LA ÉPICA DE LA FEMENINO












Adiós a una escritora comprometida con la vida y la literatura Doris Lessing, la épica de lo femenino.
La autora británica, Nobel de Literatura en 2007, fallece en Londres a los 94 años
ALBERTO MANGUEL   18 NOVIEMBRE 2013
Conocí a Doris Lessing hace unos 15 años, durante los cuales labramos una de esas amistades que me atrevo a calificar de profunda, en la cual las cartas fueron mucho más frecuentes que las conversaciones. La nuestra era, en un sentido literal, una amistad basada en la palabra escrita. Por carta, hemos discutido de política, de libros, de las mentiras de la historia y de la verdad de la literatura, de teatro y de cine, y de los lazos familiares de cada uno, de esa voluntad humana de crear obligaciones afectivas que Francis Bacon llamó “dar rehenes a la Fortuna”. Hemos criticado a editores, publicaciones, Gobiernos y hemos lamentado la suerte de los países que sentimos inexorablemente nuestros: en su caso, Rodesia. “Nunca nos vamos del todo del país que primero quisimos”, me escribe en una carta, respondiendo a mi cólera durante la crisis argentina de 2001. “Una parte de mí estará siempre en África”. Lessing, que falleció ayer en Londres a los 94 años, nació en Persia en 1919; a los cinco, se instaló con sus padres en Rodesia del Sur. Allí vivió un cuarto de siglo, hasta que, abandonando a su segundo marido, decidió emigrar a Inglaterra con su hijo menor. Su oposición al Gobierno minoritario blanco de Rodesia le valió el sello de “inmigración prohibida”: es decir, no se le autorizaba a volver a entrar en el país, y fue tan solo en 1982 que se le permitió volver a lo que ahora se llama Zimbabue. Cuatro veces visitó la tierra de su infancia y juventud, visitas que dieron lugar al libro de reportaje African Laughter. Desde su juventud, Lessing se interesó por los problemas de la educación en Rodesia. ¿Cómo hacer para que los niños de esa región tan pobre tuviesen acceso al conocimiento del mundo? ¿Cómo hacer para que los fondos destinados a la educación resultaran en escuelas, y las escuelas en bibliotecas, y las bibliotecas en libros que todos pudiesen leer? ¿Cómo formar a maestros que enseñasen a los niños a oponerse a la corrupción iniciada por el tiránico Mugabe, dictador a vida del Zimbabue, a no adoptar las establecidas costumbres de robar y mentir y abusar del poder, no solo a nivel del Gobierno, sino a todos los niveles de la sociedad? ¿Cómo cambiar los modelos de poder injusto en las familias, en las aldeas, en las empresas, en todos los círculos sociales? Para Lessing, la solución (o un intento de solución) empieza siempre con el individuo. El individuo, como lo piensa Lessing (y como lo pensaba Aristóteles), desea esencialmente el bien: conocer el mundo, vivir en él con justicia, ampliar su mente y sus poderes intelectuales, compartir deberes y privilegios, ser lo más humano posible. Y ese deseo, según Lessing, aun en las sociedades más desunidas, más frágiles, junto a la necesidad de sobrevivir físicamente, de comer y beber dignamente, y de tener un techo y un refugio, se manifiesta concretamente en el deseo de leer. De allí la conmovedora historia que da título a un corto texto de Lessing, aún inédito en castellano: Por qué un niño negro de Zimbabue robó un manual de física superior. Un niño roba un libro que no puede leer “para tener un libro que es mío”. Dos son los impulsos que lo llevan a esta acción. Primero, poseer el objeto, que durante el tiempo de espera es mágico, como un talismán con inmensos poderes; luego, aprender a servirse de él. Para el niño de la exigua escuela de Rodesia, con sus maestros pobremente instruidos y sus anaqueles casi vacíos, los libros que satisfarán su deseo son las obras universales de nuestras literaturas, esas que pueden ser universalmente leídas. En literatura no todo espejo nos refleja. Lessing quiere que el niño de este relato pueda decir, al recorrer el libro elegido, escrito quizás hace siglos por alguien de otra cultura: “Mi abuela me contaba una versión de esa misma historia”. Que es una forma de decir: “Ese relato es también mío”. Cuando le fue otorgado, por fin, el Premio Nobel, recordó esa anécdota y dijo que le gustaba pensar que sus ficciones no eran sino versiones particulares de otras, contadas en otras lenguas y quizás más antiguas. En casi todos sus libros, ese esperado reflejo es, para Lessing, la meta literaria. Un reconocimiento, la intuición de una memoria, una sensación de poseer de pronto, convertida a palabras, una experiencia ya sentida, íntima y secreta. Desde sus primeras ficciones autobiográficas, siguiendo con la saga de su heroína, Marta Quest (que, a través de El cuaderno dorado se convirtió en lectura esencial para el movimiento feminista de los años sesenta en adelante), pasando por los poderosos relatos que captan, en brutales instantáneas, la traumática vida de la segunda mitad del siglo
XX en África y en Europa, hasta las extraordinarias invenciones de ciencia ficción que reveló en ella una capacidad de invención casi ilimitada, y acabando con recientes y audaces novelas sobre temas tan diversos como la violencia infantil, la sexualidad de la edad madura, el mito originario de la desigualdad de los sexos, y, finalmente, varios volúmenes de memorias y una biografía ficticia de sus propios padres, Lessing propuso a sus lectores preguntas fundamentales sobre cómo actuar con responsabilidad en el mundo. Ser lector es, para Lessing, una toma de poder, un acto revolucionario que nos permite acceder a la memoria del mundo, a ser ciudadanos en el sentido más profundo de la palabra. “Literatura e historia son ramas de la memoria humana”, escribe. “Nuestro deber es recordar, incluso lo que está por suceder”. Al final de un conmovedor ensayo sobre la condición humana, Prisons we choose to live inside, Lessing imaginó a otro niño (en este caso, el casi mítico faraón Akenatón que hace casi 25 siglos quiso imponer una ética humanista en el imperio egipcio) que crece en una sociedad dictatorial e injusta, haciéndose esta pregunta: “¿Qué puede hacer una sola persona contra este terrible, pesado, poderoso y opresivo régimen, con sus sacerdotes y sus temibles dioses? ¿De qué vale siquiera probar?”. “Siquiera probar”, dice Lessing, no solo “vale la pena”, sino que es la condición esencial de nuestro existir. Vivimos probando, intentando alcanzar ese bien que ansiamos, mejorar este pobre y desahuciado mundo. Es decir: “Usando nuestras libertades individuales (y no quiero decir simplemente formando parte de manifestaciones, partidos políticos, y demás, que son solo parte del proceso democrático), examinando ideas, vengan de donde vengan, para ver de qué manera estas pueden contribuir útilmente a nuestras vidas y a las sociedades en las que vivimos”. En este mundo insensato y violento en el que vivimos, las palabras de Doris Lessing son un aliento y una guía.

ENRIC VALOR.

dijous, 14 de novembre del 2013

LA PLAÇA DEL LLIBRE I LA SETMANA DELS ESCRIPTORS

Acció Cultural del País Valencià (ACPV), l’Associació d’Editors del País Valencià, l’Associació d’Escriptors en Llengua Catalana (AELC) i el Gremi de Llibrers de València s’han unit per dissenyar i impulsar una iniciativa conjunta per promoure la nostra cultura i el foment de la lectura: la Plaça del Llibre i la Setmana dels Escriptors a les Llibreries.
La iniciativa parteix d’una doble condició. Primer, del compromís de les quatre entitats impulsores amb la cultura i la llengua en general, i amb la cultura escrita i el llibre en particular; segon, de la necessitat de fer front al context de crisi econòmica (que tant afecta a la cultura) mitjançant la col·laboració, la generositat i la suma de sinèrgies. En aquest sentit, les quatre entitats han destacat la voluntat de treballar plegades amb un protagonisme col·lectiu i des de l’ambició de sumar.



Toni Gisbert (secretari d’ACPV), Jesús Figuerola (de l’Associació d’Editors), Gemma Pasqual (vicepresident de l’AELC) i Ignacio Larraz (del Gremi de Llibrers) han presentat avui el projecte, dividit en dues fases.

Del 14 al 24 de novembre tindrà lloc la Setmana dels Escriptors a les Llibreries, amb la realització de presentacions de llibres a –de moment- una vintena de llibreries de tot el País Valencià. D’aquesta manera, els organitzadors expressen la seua voluntat de tenir el compte el territori i les comarques, i de descentralitzar el programa d’actes.

Posteriorment, del 21 al 24 de novembre, a l’Octubre Centre de Cultura Contemporània (OCCC) de València, es celebrarà la Plaça del Llibre, que constarà de quatre grans àmbits:

-primer i principal, la conversió del hall de l’OCCC en una gran llibreria, amb especial atenció a la producció editorial valenciana, de lliure accés, on el públic podrà consultar i adquirir tota mena de llibres en català, i assistir a presentacions de novetats editorials, converses amb els autors o seguir en directe entrevistes en les que els escriptors parlaran sobre la seua obra i la seua relació amb la literatura;
-segon, la realització durant els matins d’actes en els quals participaran centres d’ensenyament de tot el país, amb la intenció d’apropar els nostres autors als estudiants, amb encontres amb autors, rutes literàries pel centre de València;
-tercer, l’atenció al públic infantil, amb la presència dels conta-contes Llorenç Giménez, Vicent Penya i Manel Alonso durant el cap de setmana;
-i, finalment, l’homenatge a Vicent Andrés Estellés i Salvador Espriu en l’any que es commemora el centenari d’aquests dos grans autors, amb la presència d’una exposició i la realització d’una actuació musical.

En l’acte de presentació d’aquesta iniciativa, els representants de les quatre entitats impulsores han destacat la bona salut de la cultura i de l’edició en català, amb 9.537 títols publicats l’any passat (dada superior al que s’edita en llengües amb estat propi, com el finès o el grec, o comparables, com el que s’edita en Portugal). Tanmateix, tamé han denunciat el greu problema de visibilitat que, particularment al País Valencià, afecta aquesta producció editorial, fonamentalment perquè l’actual Govern valencià fa deixadesa de la seua responsabilitat com a govern de tots els valencians, marginant i menystenint la cultura pròpia.

En aquest sentit, els representants de les quatre entitats impulsores han reclamat al Govern valencià diàleg per a poder dissenyar conjuntament un Pla de Foment de la Lectura que, a més, atenga particularment l’edició en la llengua pròpia i els nostres escriptors.

La Setmana dels Escriptors a les Llibreries i la Plaça del Llibre compta, a més, amb el suport de FULL Fundació pel Llibre, Federació Escola Valenciana, les universitats d’Alacant, València i Jaume I de Castelló de la Plana, i el patrocini de la Institució de Lletres Catalanes.
Article transcrit del bloc La plaça del llibre.

dimarts, 12 de novembre del 2013

Enric Valor

Per tal que gaudiu de Valor que és el que cal, a més a més d'estudiar-lo, llegiu un relat breu, viatge de nadal, que podeu trobar al llibre Narracions perennes i que ens adjunta el professor Josep Iborra en el seu magnífic bloc La serp blanca.

dilluns, 11 de novembre del 2013

Baratar i barata


Article publicat en el Levante-EMV divendres 18 d'octubre del 2013

Baratar i barata

J. Leonardo Giménez

El verb “baratar” era molt usat fa quaranta anys en arrere. Ara s’utilitza molt poc, tal volta perquè ja no baratem tant com baratàvem; i com que tampoc s’empra massa en els textos escrits, eixe pobre verb, tan nostrat, ha perdut vitalitat entre els jóvens. Per això, per estar en trànsit de desaparició, Eugeni S. Reig el va incloure en l’impagable recull lèxic Valencià en perill d’extinció. Té el significat de ‘permutar, intercanviar, donar una cosa i rebre’n una altra a canvi’. És sinònim de “bescanviar”. Quan jo era menut, recorde que hi havia els baratadors, que, entre altres productes, barataven, és a dir canviaven o bescanviaven, gots, plats i coberteria en general per pells de conill. També es baratava arròs per oli o blat. Una part de l’economia en la societat agrària o rural es realitzava baratant, intercanviant. En un sentit modern de baratar podríem dir que, de vegades, es baraten/permuten solars per vivendes fetes. O que ‘Han baratat la moto per un gos de raça”. L’acte de baratar és la “barata”, és a dir ‘bescanvi, intercanvi, permuta, sense mediació de diners’: “Va fer la barata de la bicicleta de muntanya per un equip de música”, “El xiquet ha fet la barata de cromos per tebeos”.
A més de substantiu, la paraula mencionada, “barata”, pot ser preposició o locució preposicional, “a barata”; tampoc té els favors del model llibresc, però és viva encara en el valencià col·loquial, almenys en poblacions mitjanes i menudes. També la inclou, en les dos categories gramaticals, Eugeni S. Reig en l’esmentat llibre. És sinònima de “a canvi de”, “en canvi de”: “Barata el favor que m’ha fet, li he regalat un mòbil ”. Ma mare deia que, quan encara era ben xiqueta, feia de passejadora (cuidadora) d’una criatura de bolquers “barata el berenar”. Cap als dotze anys, va pujar en l’”escalafó laboral” i igualment passejava una altra cria, però també agranava i escurava en la casa del bebé “barata esmorzar, dinar i sopar”. Berenar, no. Esperem que la “barata”, com a part de l’economia domèstica, no torne ací i que desaparega del tot del planeta, perquè en algunes parts del món encara està present. I que ningú treballe barata un sou de misèria, com voldrien les sangoneres i els voltors de les selves financeres, que ausades que n’hi ha.