dimecres, 15 de gener del 2014

JUAN GELMAN

 
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Muere a los 83 años el poeta argentino Juan Gelman












A las cuatro y media de este martes, en su casa de la colonia Condesa de la Ciudad de México, donde vivía desde 1988, falleció el poeta argentino Juan Gelman, tranquilo y arropado por los suyos.
Autor de libros como Violín y otras cuestiones, El juego en que andamos, Velorio del solo, Gotán, Sefiní, Cólera Buey, Mundar u Hoy, su última obra, el poeta alcanzó el reconocimiento unánime de las letras españolas y ganó entre otros el premio Cervantes (2007), el Juan Rulfo, el Neruda y el Reina Sofía de Poesía Latinoamericana.

Para él, la poesía era “una forma de resistencia”, pero ese compromiso civil no alteró su manera de ser poeta. ¿Hermético?, se preguntaba. “No, lo que hago es respetar al lector, obligarlo a que lea por dentro”. En el Ateneo de Madrid, en uno de sus tumultuosos recitales, siete años después del hallazgo de la nieta, leyó su poema padre de entonces como si fueran a temblar sus manos, sus ojos, él entero: “Así que has vuelto / como si hubiera pasado nada / como si el campo de concentración no / como si hace veintitrés años / que no escucho tu voz ni te veo / han vuelto el oso verde tú / sobre todo larguísimo y yo / padre de entonces / hemos vuelto a tu hijar incesante / en estos hierros que nunca terminan / ¿Ya nunca cesarán? / ya nunca cesarás de cesar / vuelves y vuelves / y te tengo que explicar que estás muerto”. La ovación compungida de la gente fue la confirmación de que el público y el poeta se leyeron por dentro.
Esta historia fue su vida: el hijo muerto, la hija muerta, la nieta en un paradero sobre el que él arañaba. Todo eso seguía vivo en su mirada, por tanto en esos versos, padre de entonces. Fue comunista, periodista y resistente, la sombra de esa historia no le permitió jamás olvidar esa militancia contra el olvido.
Fue un resistente comprometido también con los cambios habidos en su país para revertir los efectos de la ley de punto final que había proclamado el presidente Alfonsín. Esa “impunidad espantosa” fue anulada por el presidente Kirchner y dio paso a las condenas de los represores, entre ellos los represores de su familia. Y desde ese punto de vista defendió aquí al juez Garzón cuando éste trató de perseguir el franquismo y restituir la dignidad de los perseguidos durante la dictadura. “No entiendo”, dijo entonces, “el castigo a Garzón por rastrear la memoria”.

Juan Gelman le entregó en México a Joaquín Sabina en secreto, como dice el cantante y poeta, este poema último sobre los últimos tiempos de su vida, sobre la que se avecinaba. Es un inédito testamento conmovedor en el que no falta el hondo humor, cabal, del poeta que acaba de morir. Se lo dedicó a Sabina, escrito a mano.

Verdad es
Cada día
me acerco más a mi esqueleto.
Se está asomando con razón.
Lo metí en buenas y en feas sin preguntarle nada,
él siempre preguntándome, sin ver
cómo era la dicha o la desdicha,
sin quejarse, sin
distancias efímeras de mí.
Ahora que otea casi
el aire alrededor,
qué pensará la clavícula rota,
joya espléndida, rodillas
que arrastré sobre piedras
entre perdones falsos, etcétera.
Esqueleto saqueado, pronto
no estorbará tu vista ninguna veleidad.
Aguantarás el universo desnudo.

Juan Gelman

Esta selección de poemas contiene algunos de sus versos más populares y permite recorrer una obra atravesada por el amor, el compromiso político, la represión, el exilio y la desaparición de parte de su familia durante la dictadura argentina.

EL JUEGO EN QUE ANDAMOS
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.
Del libro El juego en que andamos (Buenos Aires, 1956-1958)

GOTÁN
Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.
Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.
Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.
Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.
Del libro Gotán (Buenos Aires, 1962)

CONFIANZAS
se sienta a la mesa y escribe
«con este poema no tomaras el poder » dice
«con estos versos no harás la Revolución » dice
«ni con miles de versos harás la Revolución » dice

y más: esos versos no han de servirle para
que peones maestros hacheros vivan mejor
coman mejor o el mismo coma viva mejor
ni para enamorar a una le servirán

no ganara plata con ellos
no entrara al cine gratis con ellos
no le darán ropa por ellos
no conseguirá tabaco o vino por ellos

ni papagayos ni bufandas ni barcos
ni toros ni paraguas conseguirá por ellos
si por ellos fuera la lluvia lo mojara
no alcanzara perdón o gracia por ellos

«con este poema no tomaras el poder » dice
«con estos versos no harás la Revolución » dice
«ni con miles de versos harás la Revolución » dice
se sienta a la mesa y escribe
Del libro Relaciones (Buenos Aires, 1971-1973)

EL EXPULSADO
me echaron del palacio/
no me importó/
me desterraron de mi tierra/
caminé por la tierra/
me deportaron de mi lengua/
ella me acompañó/
me apartaste de vos/
y se me pegan los huesos/
me abrasan llamas vivas/
estoy expulsado de mí.
yehuda al-harizi (1170-1237/toledo-provenza-palestina
Del libro Com/posiciones (Paris, 1984-1985)

REGRESOS
La palabra que
cruzó el horror, ¿qué hace?
¿Pasa los campos del delirio
sin protección?
¿Se amansa? ¿Se pudre?
¿No quiere tener alma?
¿Amora todavía, torturada y violada,
tiene figuras remotas
donde un niño de espanto calla?
La palabra
que vuelve del horror, ¿lo nombra
en el infierno de su inocencia?
Del libro Valer la pena (México, 1996-2000)

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